- En esa época yo jugaba al fútbol en Herstal, donde siempre había entrenado con los jóvenes. Mi padre me insistía todo el tiempo para que formara parte del equipo del Lorca, pero mi respuesta siempre era que no iba a ir a jugar al Lorca nunca, más que nada por llevarle la contraria.
- Me fui a hacer el servicio militar a España y cuando volví me fijé en un chico delante de la puerta de casa que salía con mi hermana Carmen, era Miguel Ramírez. Un año después de haber hecho el servicio militar Miguel me convenció para ir al jugar al Lorca; esto fue en 1982 ó 1983 y desde entonces ya no jugué en otros clubs excepto una temporada en la que jugué en paralelo con la Casa de la Juventud (La Bibi).
Miguel comenzó en la reserva cuando Pep Molina era delegado y junto a otros jugadores como José Merino, Jesús Estève, Sylvestre Estève, Alfred Ramírez, Miguel Ramírez o Cristóbal.
- Teníamos un buen equipo y jugábamos bien, pero nos faltaba estar un poco más en forma. Jugué algunas veces en el primer equipo porque nunca rechacé una selección, aunque fuera para quedarme en el banquillo. Cada vez que me necesitaban podían contar conmigo.
- En aquella época yo no era consciente de lo que valía. Yo me consideraba muy bueno, pero, en realidad, el entrenador organizaba el equipo con los jugadores que iban constantemente a los entrenamientos. Chicos como Nico Cue y Aurelio Valle hacían un trabajo considerable en el campo. Creo que técnicamente no tenía nada que envidiar a los demás, pero me faltaba estar en buena forma si quería conseguir un puesto en el primer equipo. Sin embargo, no era fácil acudir siempre a los entrenamientos porque trabajaba a turnos y a veces me faltaban las ganas y la motivación.
Miguel formó parte del comité de actividades junto a su mujer Jacqueline. El comité estaba compuesto por Paolo y su mujer, Mauro Lenzini (quien se ha convertido en alcalde de Oupeye) y su mujer Chantal, y la hermana de ésta, Jacqueline. De todas maneras alguno se habrá quedado en el tintero.
- Me encargué de la tesorería de la asociación sin ánimo de lucro de la calle Jonruelle durante un año más o menos. Nico Cué también estaba en el comité.
- El comité de actividades organizaba fiestas, noches de karaoke y con los beneficios recaudados celebrábamos San Nicolás, así todos los niños del club recibían un regalo. Este comité duró varios años y dejó muchos recuerdos en el Lorca.
- En cuanto mi hijo Emilien tuvo la edad suficiente le inscribí en el Lorca-Norte. Alfonso Cubedo dirigía al equipo de los jóvenes, su hijo Anthony también jugaba y yo echaba una mano.
Miguel tiene muy buenos recuerdos, son tantos y tan intensos que tiene que hacer un esfuerzo para realizar una selección.
- Mi primer torneo fue en el Atlético. Ángel Sánchez, a quien yo no conocía, estaba organizando un bote para tomar algo y preguntó: “¿este quién es?, Miguel Ramírez me presentó y Ángel dijo: “pues vamos, pon cien francos tú también al bote”. Es una persona a la que aprecié desde el principio, la prueba es que se convirtió en el padrino de mi hijo.
- Había algunos así con los que me entendí directamente, otros a los que conocía antes de entrar en el Lorca como Paolo Gigantelli y Diego Redondo, quienes, gracias a mi intercesión, entraron en el club un año después de mi llegada, y Julián Martín, que completó la pandilla de amigos. Estábamos siempre juntos, pero Julien se marchó a vivir a Toulouse, aunque intentamos vernos una vez al año.
- Participé en varias excursiones, dos a Asturias y una a Fraga. Fueron las únicas ocasiones en las que jugué tres partidos de titular con el primer equipo (era normal porque faltaba la mitad).
- Recuerdos también con Coito. Fuimos a ver al segundo equipo de reservas y logramos pelearnos con el equipo contrario.
- En otra ocasión estaba tranquilizando a Eugene Cue, durante un partido en Neuville-en-Condroz, porque había recibido una tarjeta roja por juego peligroso y unos minutos más tarde me expulsaron a mí también.
- Anécdotas también en el equipo reserva con Fabrice. Siempre lograba centrar un par de veces, una en la primera mitad y otra en la segunda. En el entrenamiento siempre tenía que advertirle de manera amistosa para que no me hiciera pequeños túneles porque la cosa terminaría mal. Ya le gustaba dar el espectáculo, de hecho, a pesar de su talento como jugador terminó haciendo carrera como mago.
- Cuando el partido de los de reserva terminaba, Daniel Pareja nos hacía la comida y nos quedábamos hasta tarde en el bar hasta que venían los jugadores del primero equipo. La verdad es que nos llevábamos muy bien.
- Yo estaba en el quipo cuando el club de fútbol de San Nicolás nos ofreció una prima por ganar al equipo rival y la donamos al club.
- La fusión con el Liers-Norte nos permitió adquirir unas buenas instalaciones y unos buenos jugadores. Pienso en Mehmet, François Panepinto, François Cepeda y tantos otros. Pero las ambiciones iban creciendo y los mercenarios empezaron a llegar.
Miguel, ¿cómo viviste el final de los clubs Lorca ?
- Nos falta un sitio para reunirnos. Antes pasaba todos los días a tomar un café al club de la calle Jonruelle, no me quedaba mucho rato, pero me gustaba encontrarme con la gente. Después, con el cambio a La Plaza, esperaba que los antiguos pasaran por allí, pero los encuentros poco a poco se fueron espaciando y es una pena porque los apreciaba mucho.
- Afortunadamente, los lazos estrechados con algunas personas durante la época de los Lorca permanecen.
- Alfonse Cubedo y su mujer, que es la madrina de mi hija Laurie. Mi mujer, Jacqueline, es la madrina de su hijo Nicolás.
- Sigo en contacto con Antoine Pérez (Bobby) y tomamos algo juntos todos los sábados.
- Soy el padrino de Hugo, el hijo de mi amigo de la infancia Paolo Gigantelli.
- Chantal, la mujer de Gino Malavasi, es la madrina de mi hijo Emilien.
- Ángel Sánchez es el padrino de mi hijo Emilien,
- Me da mucho gusto y satisfacción cada vez que nos vemos, aunque sea muy de vez en cuando.
Miguel termina diciendo que fueron buenos tiempos.
- Da gusto hablar de esta época. Tengo muy buenos recuerdos y permanezco en contacto con varias personas, de hecho, conozco mucha gente, pero nada que ver con los amigos del Lorca. De verdad que me da mucho gusto cada vez que me encuentro con uno de los antiguos del Lorca, incluso con aquellos a los que hace varios años que no veo como Julio González, a quien vi en la última fiesta.
Notas tomadas por
José Merino.