Por entonces, todas estas historias no me parecían importantes. Sin embargo, hoy en día me pregunto qué sería de mi memoria familiar y, sobre todo, de los recuerdos de mi padre si no hubiera tenido la oportunidad de escuchar todas estas historias que marcaron estas humildes generaciones y si estas historias vividas pudieran transmitir a las nuevas generaciones esperanza y fraternidad, todas las razones sociales confundidas.
Por aquella época, dentro de la generación Lorca se encontraban personas excepcionales para quienes sólo contaba el deporte, los valores y, sobre todo, la amistad. Esta generación conformaba una única unidad porque, sobre todo, eran tiempos de ayudarse mutuamente. De ahí que hubiera un tiempo en que el equipo hiciera resultados tan buenos; nuestra fuerza provenía de nuestra mezcla cultural y de nuestra homogeneidad en el respeto a los valores humanos. Esta generación que sufrió tantos perjuicios crueles como para tener que dejar sus hogares. Yo no quiero entrar en debates políticos porque tengo miedo de ser incomprendido, pero, en resumen, quiero explicar que tu historia, primo, y todas estos rostros han despertado en mí unos recuerdos magníficos. Me gustaría rendir homenaje a todas aquellas personas tan generosas que han formado parte de los años de mi infancia y, sobre todo, de una parte de la juventud de mi padre.
Quisiera contribuir así a animaros para que continuéis sumergiéndonos en estos recuerdos que, queramos o no, forman parte de nosotros y cada vez que me encuentro con alguien cuya cara me es familiar sé que, aunque no sepa su nombre, su rostro forma parte de la época de la generación Lorca. Aquellos tiempos donde nos reuníamos los domingos alrededor de un terreno, que no parecía un campo de fútbol, pero donde había un equipo de amigos de jugaban delante de cientos de animadores que conformaban una gran familia alrededor de once chavales que defendían una sola cosa: los valores transmitidos por sus padres. Unos valores tan arraigados que, incluso más de 20 años después, hacen que estos recuerdos permanezcan vivos.
Bueno, quizás me he extendido demasiado pero ¡hay tantos recuerdos!
Deseo que os lleguen muchos relatos para que podamos compartir todas estas historias con otras personas que han olvidado que, al final, todos nosotros hemos salido de una gran familia.
Gracias.
Os deseo lo mejor, generación Lorca, con todo mi respeto.
Vladi Merino, hijo del difunto Jose Merino (Pepe)