¿Cuál fue la razón que os llevó a emigrar?
En 1958 quisieron nombrar a Antonio responsable en la fábrica donde trabajaba, pero lo rechazó. Antonio ya estaba implicado en la defensa de sus compañeros y esa promoción le hubiera puesto en una situación difícil. No quería convertirse en el vigilante de sus propios compañeros y, a partir de ese momento, empezaron a presionarle hasta el día en que decidió dejar la fábrica. Más tarde nos fuimos para venir aquí a Lieja.
Mi hermana ya llevaba seis meses aquí, lo que influyó en nuestra decisión de emigrar a Lieja más rápido de lo previsto. Además, Antonio también tenía un tío en Lieja.
¿Te acuerdas de vuestra llegada aquí a Lieja y de los primeros días?
Mi impresión fue de tristeza. Aquí no veíamos el sol, el cielo siempre era gris y las calles estaban desiertas.
Mi hermana nos esperaba en la estación Lieja-Guillemins. Nos llevó al lugar que iba a convertirse en nuestro domicilio durante un tiempo: una habitación amueblada sin ninguna comodidad. La sensación que tuve fue la de estar encerrada en una cueva.
Sufrimos mucho al principio, echábamos mucho de menos lo que más queríamos: nuestra familia, mi madre, mis hermanas y mis amigos.
Pero, ¿por qué nos os volvisteis?
¿Cómo íbamos a volver atrás? Antonio ya no tenía trabajo, lo habíamos dejado todo, ¿con qué íbamos a volver? Queríamos ahorrar un poco aquí para comprarnos allí una casa (la ilusión del emigrante).
Pero cuando te quieres dar cuenta y tienes algunos ahorros los hijos ya están ahí y han empezado a ir a la escuela. Poco a poco dejas para más adelante la idea del retorno y al final nunca te vuelves.
¿Cuándo entraste en contacto con la colonia española?
Germán y Mino vivían en Liers y venían a casa a traer el Mundo Obrero (el periódico del PCE) a Antonio. Nos hicimos amigos de Germán y fue él quien nos introdujo en el Club F. G. Lorca. Más adelante nos hicimos amigos de Clemente y, poco a poco, nos integramos en el ambiente del club.
Enseguida propusieron a Antonio que formara parte del comité, aceptó y le nombraron tesorero del club. Por mi parte también acepté responsabilidades en el grupo de mujeres organizadas dentro del club.
¿En qué consistía tu responsabilidad?
El comité de mujeres, del que también formaba parte Vidala (se ocupaba ya de la gestión de la cocina), tenía como principal tarea la recaudación de fondos para los presos políticos en España; íbamos de puerta en puerta pidiendo ayuda económica. La gente nunca nos cerraba la puerta y siempre nos daba algo.
En otras ocasiones el partido nos pedía que ayudásemos a las personas que estaban necesitadas. Recuerdo que nos ocupamos de una familia numerosa con más de diez hijos que no tenía nada con qué alimentarlos.
¿Pero cómo hacíais para enviar el dinero a España?
Enviábamos el dinero recogido a través de un giro postal. El partido nos facilitaba la dirección, todos los meses teníamos una dirección nueva. Primero escribíamos una carta, como si se tratara de un miembro de nuestra familia. Escribíamos: “querido primo, pronto recibirás un giro para que compres ropa a los niños y algunos regalos”.
De media recogíamos 300 francos belgas al mes, pero para ello teníamos que hacer muchas actividades.
Militante, esposa, madre y trabajadora, ¿cómo lo hacías?
Empecé a trabajar como asistenta para particulares, después me contrataron en la clínica de Rocourt, también como asistenta, y terminé mi vida laboral en la fábrica de neumáticos Englebert.
Antonio, mi marido, pero también mi camarada, me ayudaba mucho. La prioridad eran los niños y la casa, el tiempo libre lo dedicaba al trabajo como militante para el partido.
Cuéntame algo sobre Antonio.
Tras una larga enfermedad Antonio murió en Gavà (Barcelona). Estaba encantado con el trabajo que realizaba dentro del partido y de Comisiones Obreras, le dedicaba mucho tiempo y lo hacía con mucha pasión.
Antonio era miembro del PCE y de Comisiones Obreras, pero también tenía responsabilidades como delegado sindical en la empresa donde trabajaba (Periódico La Meuse en Lieja). Siempre se mantuvo muy activo y fue responsable de su familia.
Antonio siempre tuvo responsabilidades dentro del partido (tesorero), participó en el congreso de Comisiones Obreras en España y durante años nos encargamos de la gestión del club, la primera vez en la sede de la Plaçe du Théâtre y después en la calle St. Léonard.
¿Me dices que volvisteis a España?
Sí, volvimos en los años ochenta, pero las cosas no salieron bien. Nada más llegar todo era maravilloso, “la ilusión del retorno a España lo cubría todo”. Antonio estaba muy entusiasmado y se encontraba bien hasta el día en que cerraron la empresa, cosa que nadie había previsto. La prestación por desempleo se terminó pronto y no nos quedaba nada, así pues, decidimos volvernos a Bélgica.
Una vez aquí Antonio enfermó rápidamente y en cuanto tuvo derecho a la pensión nos volvimos de nuevo a España, pero ya no era lo mismo.
¿Volverías de nuevo?
Podría volver si quisiera. Allí lo tengo todo, pero ahora me encuentro bien aquí con mi hijo y mis nietos.
Liège le 06 juin 2010
Notas tomadas por Manuel Rodríguez