Antonio salió de El Entrego (Asturias) en dirección a Alemania hacia finales del mes de mayo. Después de pasar allí cinco meses, hacia finales de noviembre, emprendí el viaje a Lieja con otro compañero.
¿Conocías a alguien aquí en Lieja?
Sí, mi compañero Rafael y yo conocíamos a alguien aquí en Lieja. Le apodábamos “el niño del coro” porque había cantado en el coro de su pueblo, en Andalucía; era el primo de mi compañero de viaje, Rafael.
Al llegar a la estación de Lieja Guillemins caminamos juntos hasta el club F.G. Lorca que, por esta época, se encontraba a los pies del puente (Calle Pied du Pont des Arches). Nos recibieron unos compañeros y al charlar sobre el por qué de nuestra llegada aquí les explicamos que estábamos buscando trabajo.
Alguien nos facilitó la dirección de un sacerdote español de Lieja al que fuimos a ver. Éste nos dijo: “aquí no hay más trabajo que el de los altos hornos o las minas”.
Personalmente, en Asturias, me habían hablado muy mal de los altos hornos. Yo, que salí de El Entrego (Asturias) para abandonar la mina pensando que aquí iba a trabajar en una fábrica y me encuentro ahora con que me hablaban o de los altos hornos o de la mina. Así pues, me decidí por ir a la mina porque “¿cómo iba a volver a casa con las manos vacías?”. Yo había dejado a toda la familia con la esperanza de mejorar nuestro nivel de vida y volver con las manos vacías…por tanto, no me quedaba otra alternativa que aceptar el trabajo en la mina.
Así pues, nos presentamos en las oficinas de la mina San Nicolás acompañados de un intérprete. A la pregunta de si tenían trabajo para nosotros nos respondieron que sí, que tenían trabajo y mucho además; de hecho, nos preguntó cuántos éramos porque estaba dispuesto a contratarnos a todos. (Antonio sonríe mientras recuerda esta anécdota de su vida y de cómo encontró trabajo en Lieja).
Bueno, después de ponernos de acuerdo mi primera pregunta fue saber si existía alojamiento para mi familia. Nos respondió: “sí, tenemos alojamiento para los dos y para vuestras familias”, porque si no hubiera habido sitio para mi familia me hubiera ido de nuevo; de hecho, me fui de Alemania porque allí no nos facilitaban alojamiento y entonces no podía traer a mi familia. “No, nos os preocupéis, podéis traer a vuestras familias”.
¿Dónde te quedabas antes de que te facilitaran un alojamiento?
Los primeros días me quedé en casa de un amigo y, luego, en una pensión que estaba frente al Club “El Portugués”. Por esa época pagaba 560 francos belgas (13,88€) al mes con pensión completa. Después fui a casa de un italiano que vivía cerca de la mina, así era más fácil ir a pie al trabajo todos los días
¿Cuándo llegó tu familia?
Antonio se emociona y continúa. Me acuerdo como si fuera hoy mismo. El vigilante de la mina me buscó, me llamó, pero no por mi nombre sino por mi número de matrícula: “es usted el número 34”, “sí”, le respondí, “soy el número 34, ¿ha ocurrido algo?”. Me dijo que alguien me estaba esperando en la puerta.
Yo, que estaba negro como el carbón, me dirigí a la puerta y…sorpresa, allí me esperaba toda la familia. Un amigo les había llevado en coche hasta allí. Antonio deja escapar algunos suspiros.
Antonio, ¿cuándo entraste en contacto con el Club F. G. Lorca?
En Lieja había alguien con quien yo ya había trabajado en Asturias, le apodábamos Peto. Un día él estaba leyendo Mundo Obrero, me acerqué y le dije: “¿tienes uno para mí?”. Peto me dio el suyo y, a partir de ese momento, empezó a proporcionármelo. Más adelante, alguien, a quien llamábamos José María, se dirigió a mí y me propuso entrar en el partido. Esperé a que toda la familia estuviera reagrupada y en ese momento fue cuando me afilié al partido, donde enseguida me nombraron responsable de la célula “Aurora”.
Te afiliaste al partido en 1963, ¿cuál es el momento que más te ha marcado durante la lucha aquí en Lieja?
Hay que hacerse a la idea de que estábamos en una situación de clandestinidad y que el trabajo de militante del PCE era difícil. El régimen enviaba espías dentro de la inmigración y estábamos todos “fichados”, pero esto no impedía la movilización. El recuerdo que más me ha marcado fue mi participación en la huelga de hambre. Estuve 76 horas en huelga al lado de otros camaradas: Cayetano, Antonio Martínez, José Fernández (Diamina), Ramón García (el cristalero), Mario Lada, Amador y muchos otros.
Llevamos a cabo la huelga porque Franco quería fusilar a los imputados en el Proceso de Burgos. La huelga tuvo lugar en la iglesia del Monte San Martín de Lieja. Personalmente, para poder asistir tuve que pedir una semana de permiso por enfermedad. También recuerdo otra ocasión en la que el partido nos pidió que saliéramos a escribir consignas por los muros de la ciudad de Lieja, en las fábricas y en los muros de las calles más frecuentadas.
Imagina cómo la clandestinidad nos obligaba a guardar silencio que ni siquiera mi mujer lo sabía. La consigna era no decir absolutamente nada. En esta ocasión se trataba de escribir frases que pidieran la libertad de Justo López (el partido temía su ejecución como pasó con Julián Grimau). Junto a otros camaradas hicimos pintadas en los muros de la ciudad durante toda la noche.
Pero Antonio, ¿por qué te fuiste de España?
Mira, me fui de España un primero de mayo en dirección a Alemania porque mi cuñado me había dicho que allí había trabajo en una fábrica. En España la situación iba de mal en peor por las huelgas en el pozo “María Luisa”, nadie se sentía seguro, había arrestos, el trabajo era cada vez más duro y había que trabajar muchas horas para ganarse el pan. Imagina las vueltas que da la vida, vine de las minas de El Entrego (Asturias) para aterrizar en las minas de Lieja, donde me quedé hasta los cuarenta y cuatro años y de donde me fui por el cierre de la mina.
¿Qué hiciste cuando cerró la mina?
En el año 1974, cuando cerró la mina, fuimos a los cursos del ONEM (Oficina Nacional de Empleo) y aprendí un nuevo oficio. Me convertí en albañil y así terminé mi vida laboral hasta la jubilación anticipada en…
Antonio, ¿has tenido la intención de volver definitivamente a España?
No, ¿por qué? Me siento bien aquí. Aquí tengo mi casa, aquí han nacido mis hijos y aquí murió mi mujer. Soy feliz aquí. Si me voy ahora como jubilado tendría que ir y venir porque dejaría aquí a mis hijos y a mis nietos.
Hoy ya estoy integrado aquí, tengo buenos amigos belgas. No, no me iré de aquí.
Liège le 06 Juin 2010
Entrevista realizada por Manuel Rodríguez