Francisco Sánchez 
Medina Gabril & Encarna 
Gonzalez José Manuel & Blanquita 
Serrano Felipe & Josefa 
Luque Amalia  
Anonio Haro & Lolita 
Filardi Antonio 
Fernández Mari Luz 
Chema en Cuca
El último grupo Luz del Alba
Nevada 1990-1992
Fiesta en Verviers - Nevada 1990-1992
Los Valientes 1968-1969
Los Flamencos 1974
Entierro del padre de la familia Cué
Gati-Neri-Eden
Gati-Negri-bar Madrid 1965
¿De cuántos miembros se componía tu familia?
 
Además de mis padres, éramos cinco chicas y dos chicos. “Mi hermana mayor ya trabajaba”, con una voz llena de amor y ternura Blanquita dice: “mi hermana Teresa tenía mucha capacidad para estudiar, era muy inteligente, pero tuvo que dejar la escuela en 1955”, ¡y yo!, Yo también tuve que dejar la escuela, no había más remedio, había que ayudar y cada uno aportaba lo que podía. Todos éramos solidarios, esa era la palabra de mi padre: si queríamos tener una vida decente todos teníamos que ser solidarios en la familia.
 
Desde los 14 años trabajabas cuidando niños en casa del ingeniero. Dime, Blanquita, ¿cuándo decidiste venir a Lieja?
 
Sabíamos que otras familias habían emigrado. Yo nunca pensé que eso pudiera ser la solución a nuestros problemas, pero fueron nuestros vecinos, Manolo y Manolita quienes, un año, de vuelta en el pueblo durante sus vacaciones, nos contaron cómo vivían allí.
 
Nos hablaron muy bien de Lieja, nos contaron cómo vivía allí la gente, cuáles eran las condiciones de trabajo, cuánto se ganaba. Nos dijeron que era fácil encontrar empleo.
 
Así fue como mi hermana Mari y yo decidimos irnos en 1966. Nuestra idea era la de ganar el máximo posible para ayudar a nuestros padres y hermanos y volver a casa rápidamente.
 
¿Quién os consiguió trabajo?
 
Nuestros amigos de Blimea, Manolo y Manolita, nos encontraron trabajo. Trabajábamos internas como asistentas en casa de un médico en Embourg (Lieja). Nos encargábamos de todas las tareas domésticas. Teníamos los fines de semana libres y aprovechábamos esos días de descanso para ver a nuestros amigos.
 
Los domingos por la mañana íbamos al mercado (La Batte). Mientras nos paseábamos nos sentíamos llenas de ilusión y alegría, a cada metro nos encontrábamos con un grupo de españoles, teníamos la sensación de estar en el pueblo.
 
Por todas partes entrábamos en las conversaciones, la gente hablaba de todo, de su experiencia propia como emigrante, de sus familias, de su pueblo, de la situación política y social, de la dictadura, de la falta de libertad en España.
 
Había grupos de jóvenes que recorrían el mercado vendiendo periódicos. No costaba mucho encontrar un bar o un restaurante español, había uno en cada esquina, “todo eso te ayuda a olvidar la dureza del clima y la distancia que te separa de tu familia”. Para divertirnos un poco, mi hermana, Mari, y yo íbamos a bailar al Edén.
 
¿Hubo algo que os llamara la atención durante los primeros meses, una vez instaladas en Lieja?
 
Sí, sentíamos la libertad. Era otra cosa diferente al pueblo, a España. También recuerdo que un día de primavera, cuando me desperté, fuera estaba todo blanco, había nevado durante toda la noche. Nunca antes había visto tanta nieve, ni siquiera en el pueblo, en Asturias. En otra ocasión, habíamos acudido a casa de unos amigos de Lieja y todos los puentes estaban cerrados al tráfico, el hielo había paralizado toda la ciudad.
 
Recuerdo las reuniones en las que participábamos con los jóvenes del club y de la UJCE (Unión de Juventudes Comunistas de España).
 
Al compartir toda la misma ilusión, una España más libre, nos reuníamos en casa de una camarada (Antoñita) y las horas pasaban sin que nos diéramos cuenta.
 
Tu primer contacto con el club F. G. Lorca fue en compañía de Chema, ¿cuál fue tu primera impresión?
 
Cuando entrabas al club tenías la sensación de entrar en tu propia casa o en la casa de tu familia. Sentías esa calidez humana entre las personas que estaban allí, reinaba un clima perfecto de fraternidad y amistad entre todas las familias que iban al club.
 
Ya conocíamos a algunas de las personas que estaban allí. Una de ellas era Hortensia, la madre de Nico (con quien militábamos conjuntamente en la UJCE). Ella era muy amiga de mi cuñada, Eloína González.
 
Esta camarada y amiga sufrió mucho por la pérdida de su marido, fue un verdadero drama para la familia pues Hortensia se quedó sola con 7 hijos a su cargo. El tiempo pasó y nos demostró a todos la valentía y el coraje de esta madre.
 
Que recuerde, nunca hubo un acto de tal solidaridad como el día del entierro. Fueron miles, creo que podría incluso decir que todos los españoles de Lieja estaban presentes en el entierro. Los camaradas y amigos acompañaron el cortejo fúnebre a pie hasta el cementerio de Robermont, el féretro fue portado a hombros durante todo el trayecto.
 
Esta solidaridad continuó durante los días siguientes. Cada uno, en la medida de sus posibilidades, ayudó a Hortensia a salir y a continuar adelante.
 
Hablemos de Chema y dejemos por escrito una página de su vida y de sus pasiones.
 
Chema llegó en 1963 con su hermana, Eloína, y su cuñado. Son tantos los momentos de su vida que habría que transcribir que puedo decir que todos los vivió apasionadamente: su militancia en la UJCE, la música, el trabajo en el partido, los años que pasó como presidente del club F. G. Lorca de Seraing.
 
Era un camarada en todos los momentos. Durante una manifestación en Bruselas, contra las armas atómicas, tuvo que intervenir, a su manera, de manera tranquila para apaciguar los ánimos. Faltó muy poco para que la situación explotara pues había un grupo de extremistas que buscaban problemas. Recuerdo como uno de ellos le dio una patada a Vidala en la pierna, mi hermana, Carmina, se interpuso para que no le dieran. Temimos que arrestaran a mi hermana Carmina porque en ese momento todavía no tenía sus papeles (documentos de identidad) en regla.
 
Háblanos de su música
 
Tocó y formó parte de muchas orquestas. Al principio ensayaba en su casa, después, en 1965, empezó a tocar con la orquesta “Le Gatti Neri”. De 1968 a 1970 tocaba los sábados por la noche en el club F. G. Lorca de la Place du Théâtre con el grupo “Los Valientes”, en 1974 tocó con el grupo flamenco “Luz del Alba” y de 1990 a 1992 con el grupo “La Nevada”.
 
Chema era muy aficionado a la música, era una verdadera pasión. En Lieja todos le conocían, todos le querían mucho, era muy sociable y siempre estaba dispuesto a ayudar. Si debía hacer algo por alguien lo hacía pasando por encima de sus problemas personales. Le gustaban las cosas bien hechas. Luchó mucho para conseguir todo lo que tenía, siempre quería lo mejor para su grupo y sus amigos. Siempre tenía un chiste, una broma o una canción para los demás, era imposible aburrirse con él.
 
¿Chema presidió el club F. G. Lorca de Seraing?
 
El club abrió sus puertas en 1977 y Chema fue su presidente desde el primer día y durante 18 años. De nuevo hay que decir que esos años fueron años de una actividad frenética y una gran dedicación por el trabajo que había que realizar. Debemos recordar que los otros miembros del club también ayudaron mucho.
Además de sus funciones como presidente del club, Chema era el responsable político del partido en Seraing y miembro del Comité Regional. Chema se ocupaba de todas sus actividades con el mismo rigor que lo hacía con la música.
 
Desde el club de Seraing se organizaban un gran número de actividades para la colonia española: las fiestas de Nochevieja, las fiestas en Ivoz Ramet, los carnavales, las excursiones, siempre el máximo de actividades para recaudar fondos.
 
Desgraciadamente el local tuvo que cerrar, lo que causó una gran pérdida social para toda la colonia de aquí y de los alrededores: la gente venía desde Amay, Ivoz Ramet, Flémalle, Jemeppe, Engins y todo eso se perdió.
 
La enfermedad apartó a Chema de todo eso. Chema nos dejó en 1994 tras una terrible enfermedad.
 
Unas últimas palabras, ¿cómo era Chema?
 
Chema era madrero, estaba pegado a las faldas de su madre, le gustaba hablar con la gente, siempre buscaba estar en contacto con la sociedad. Cuando se subía al escenario con los músicos se comunicaba con el público, siempre decía que eran unos momentos excepcionales que compartía con su público. Chema era único.
 
Liège février 2011
Entrevista realizada por  Manuel Rodriguez
Gati-Neri 1965
Club F.G.Lorca plaza del Teatro 1969-1970
Chema en su casa
Chema
Su pasión era la música
Carnaval C.F.Lorca Seraing
Fin de año F.G.Lorca Seraing
Inauguración del club F.G.Lorca
Seraing 1977
Reunion familiar
Pozo Arriego
El Entrego (Asturias)
Nel Pozu María Luisa Nuberu Conciertu 30 años xuntos
González José Manuel y Torres Blanquita
Domingo por la mañana
en la Batte Lieja
Las casas viejas
Pozo Sont
San Martín del Rey Aurelio
Blimea (Asturias)
marzo 1969
Blanquita décembre 2010 (Jemeppe)
Lugares
Aurelio y Chema
Mari y Blanquita
Blimea 1966 
Recuerdos de familia
San Martín del Rey Aurelio
(Asturias)
El valle del Nalón es muy conocido por su actividad minera, allí están los pozos Sotrón, Entrego, Sorriego y muchos más.
 
En 1958 Blanquita tiene 14 años y trabaja para el ingeniero de la mina Carreo, en la que también trabaja su padre. Son años difíciles, la tensión social es grande y Blanquita los vivirá tanto en su hogar, al lado de sus hermanas, como en la casa del ingeniero donde trabaja.
 
Mi padre, Manuel Torre, era minero, especialista en el manejo de vagones en la mina Carreo. Justo en este momento Blanquita fija su mirada, como si reviviera esos momentos. Vivíamos de manera modesta, como todas las familias de esa época. Teníamos que salir adelante y vivir con el único salario de mi padre, insuficiente para mantener a la familia y ofrecer un mínimo decente para vivir.
 
¿Qué representaba ese mínimo? Esta vez Blanquita sonríe de manera irónica y mientras me mira me cuenta: “mi madre compraba en el economato, todo lo que adquiría quedaba anotado en una cartilla de crédito porque no teníamos dinero y, al final del mes, reducían del salario de mi padre lo que habíamos comprado”.
 
¿Qué compraba tu madre?
 
Patatas, arroz, judías, garbanzos, pan, a veces una onza de chocolate -Blanquita dice con humor: “teníamos que chuparla porque sólo era para darnos un poco el gusto”- y azúcar en pequeñas cantidades. La carne se reservaba para los sábados y los domingos, un buen guiso de carne era el lujo de la semana.
 
¿Y la casa?
 
Ya me dirás si podemos decir que aquello era una “Casa”. Por aquella época vivíamos en Barredos (un pueblo de Asturias) y la familia estaba compuesta por ocho miembros. A lo que llamábamos casa no era más que dos habitaciones que en total medían 16 metros cuadraros. En una de las habitaciones estaba la cocina, el comedor, el cuarto de baño…donde hacíamos todo, vamos, y en la otra había dos camas y un camastro que mi padre había hecho para los pequeños. Todas las noches lo montábamos entre las dos camas y por las mañanas lo poníamos en el patio. Más tarde, cuando ya estábamos en Blimea, la familia aumentó con un miembro más y fue entonces cuando nos dieron un alojamiento social con cinco habitaciones.
 
Mi padre trabajaba mucho, doce horas al día. Su trabajo con el manejo de vagones era agotador: empujar tantas toneladas a lo largo del día y durante tantas horas le debilitaba; en cuanto llegaba a casa de desplomaba en la silla. Le dolía todo el cuerpo y no le quedaban ganas de hacer nada más. A pesar de todas las horas que trabajaba su salario no alcanzaba para alimentar a toda la familia, eran tiempos difíciles, teníamos hambre y la región estaba al rojo vivo.
 
También recuerdo esta época porque había muchas huelgas. Mi padre y sus camaradas participaban activamente en todas. La represión era dura y muchos de ellos volvían a casa molidos a palos, pero ese no era un motivo suficiente que les echara para atrás pues luchaban por sus derechos.
 
¿Por qué hacían huelga los mineros?
 
Los mineros de la región querían mejoras salariales y mayor seguridad en los puestos de trabajo (había muchos accidentes y muchos muertos), también carecían de libertad de asociación y de expresión “eran los tiempos de la dictadura”. Por aquél entonces pasamos muchas calamidades, se palpaba el sufrimiento y era difícil ocultar las necesidades.
 
¿Cómo vivían esta situación tu madre y los otros miembros de tu familia?
 
Mi madre, además de ocuparse de todos nosotros, dedicaba el poco tiempo libre que tenía a lavar la ropa de la gente del pueblo. No le pagaban muy bien, pero el poco dinero que traía constituía un extra. Toda la familia estaba marcada por el sufrimiento y la miseria en la que nos encontrábamos. A pesar de todo, no nos íbamos a la cama sin haber comido y lo poco que teníamos lo repartíamos entre todos solidariamente.
Hasta los 14 años Blanquita acudía de manera regular a la escuela y soñaba con proyectos diferentes a los que la realidad de la vida le reservaría más adelante. Blanquita se encontró limpiando la casa de un ingeniero en su pueblo, Blimea (Asturias). La dureza de la vida real no le dejaba muchas alternativas ni otro tipo de opciones. Blanquita comenta que su familia, como muchas otras, vivía de manera precaria, pero ella decidió afrontar esta situación con coraje y determinación. Todas las opciones que se le presentaban eran válidas, incluida la de tener que emigrar. De este modo Blanquita traza algunas líneas de su historia y las comenta para nosotros, Generación Lorca.
 

Sí, tuve que dejar la escuela para ponerme a trabajar y poder ayudar a mis padres. El salario de mi padre, minero, no era suficiente para alimentar a la familia.
Me contrataron en casa de un ingeniero de minas para cuidar a los niños, esa era mi tarea principal, pero poco a poco, con el tiempo, me tuve que encargar de otras tareas de la casa: la limpieza, la cocina, la compra…hasta que me encontré llevando toda la casa. Pero, ¿cuánto te pagaban? Me pagaban 250 pesetas (€1,5025).
 

Vamos a situar Blimea: Blimea es la parroquia más oriental del pueblo asturiano San Martín del Rey Aurelio. Blimea se unió con el Entrego y Sotrondio para formar el pueblo de San Martín, la parroquia de Blimea se convirtió así en uno de sus distritos. El río Nalón divide el pueblo en dos grandes mitades y forma un gran valle donde se iza Blimea, capital de la parroquia.
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