Pregunta: Manolo, explícanos qué es lo que más te motiva de este proyecto?
El mismo proyecto en sí: rendir un homenaje a nuestros padres, a su historia y a su memoria.
Cada uno tiene una idea de sus propios padres. Los nietos también se acuerdan de sus abuelos y de todas las anécdotas. A menudo, nos gusta escuchar lo que un amigo o un miembro de su familia nos cuenta, y si se trata de recuerdos relacionados con nuestros padres nos hace sentir orgullosos.
Este es el objetivo de Memoria 2010, mostrar las vivencias y las situaciones por las que pasaron por “esta condición de emigrante político o económico, ¿cuál es la diferencia?”.
Cincuenta años de emigración en Lieja, toda una vida.
Para algunos se trata también de la segunda o tercera emigración, ya que, debieron dejar su pueblo natal en busca del bienestar en otra región de España. “Qué semejanza, cuando vemos hoy ese flujo de emigrantes y pensamos que nuestros padres tuvieron que pasar por ahí ellos también”.
El proyecto Memoria 2010 es portador de convicciones, quiere arrojar luz sobre nuestra historia y la de nuestros padres. Esto equivale a enriquecerse colectivamente para no cometer los errores del pasado.
Pregunta: ¿Cómo nació este proyecto y por qué precisamente ahora?
En realidad el proyecto tomó forma en nuestra mente en 2004. Entre algunos amigos nos dijimos: « ¿por qué no organizamos una reunión una tarde con todos nuestros padres juntos?”, “así se reúnen y pasan juntos un buen rato”. Tienen tanto en común.
No, no es demasiado tarde, las circunstancias hacen que el proyecto tenga que arrancar ahora. Nuestros padres se merecen la organización de una jornada conmemorativa. Todos los padres deben vincularse a esta jornada, aquellos que tuvieron que huir del régimen y exiliarse, aquellos que económicamente tuvieron que dejar todo atrás y aquellos que lucharon contra la dictadura.
Así pues, lanzo un llamamiento: querido amigo, querido camarada, este es también tu proyecto y el de tus padres, ¡únete a nosotros!
Pregunta: ¿Se trata de un momento de nostalgia?
De ningún modo. Durante los primeros años, tras la llegada a un país que no es el nuestro, no es fácil integrarse. Detrás quedan los amigos que se han dejado, la calle en la que se jugaba, los tíos y las tías, los primos, en definitiva, toda la familia. Así que, sí, se siente nostalgia.
El tiempo pasa y uno se integra en el sitio en el que vive y se crea de nuevo un tejido social. Se participa en la vida activa, uno se compromete social, sindical o políticamente, o simplemente en el barrio en el que vive y, así, uno se siente reconocido y apreciado.
Nuestros padres crearon las condiciones para que la integración se llevara a cabo con éxito. No queremos recordar a nuestros padres para sentirnos tristes, sino para dar vida a sus historias y memorias, para no olvidar nuestras raíces, quiénes somos, de dónde venimos. Olvidar su propio pasado y su propia historia es condenarse a revivirlo.
Manolo Rodriguez