Desde el momento de su creación, los clubs F.G. Lorca contribuyeron, a lo largo de sus historias, al reagrupamiento de numerosos trabajadores españoles que venía de distintas regiones y comunidades de España.
Fueron los centros culturales por excelencia que permitieron la reagrupación de familias de españoles. A menudo, sus miembros se prestaron voluntarios para ayudar y acompañar a aquellos que acababan de llegar ofreciéndoles un alojamiento y algo que comer en los locales.Para otros fueron un lugar de paso en busca de un amigo o una familia.
Los clubs F.G. Lorca se erigieron en puente solidario entre la población belga y la española en su lucha contra la dictadura del general Franco.Ropa, dinero, etc. eran recogidos día tras día y seguían el camino hacia España a través de vías clandestinas antes de llegar a su destino. Servían así para reforzar la moral de las familias y la de los presos políticos, sindicalistas y antifranquistas arrestados, reprimidos, perseguidos o encarcelados por la dictadura.
Los clubs F.G. Lorca se convirtieron en fuente inestimable, tanto económica como de formación y reclutamiento, de nuevos miembros para la causa de la libertad y la democracia en España. Del mismo modo, permitieron establecer lazos de amistad y de solidaridad con otras inmigraciones en las tierras de Lieja. A menudo sus miembros participaron en las luchas y manifestaciones al lado de los pueblos vietnamitas, chileno, palestino o por la defensa de la paz y contra las armas atómicas. Cada vez que se debía defender una causa justa sus miembros estaban dispuestos a defenderla.
Los clubs F.G. Lorca vieron crecer en sus sedes a unos jóvenes que, a día de hoy, ocupan puestos de responsabilidad tanto en la sociedad belga como en la española. En sus locales numerosos jóvenes entablaron unos lazos de amistad muy fuertes, incluso se formaron parejas. Los clubs Lorca fueron un punto de referencia para la inmigración española y para otros que venían de otros horizontes.
Los clubs F.G. Lorca forman parte de la historia de esta tierra de acogida que, para algunos fue, y para otros sigue siendo la región de Lieja.Gracias a todos aquellos y aquellas que hicieron posible, durante más de cincuenta años, esta larga vida social y asociativa marcada por valores de fraternidad, de solidaridad y de luchas por la igualdad, la justicia y la libertad.
¡No os olvidamos!
Manuel Rodríguez (Manolo)