« Encarna Sánchez, une femme simple et humble »
Encarna Sánchez regresó a Cambrils (España) tras haber pasado numerosos años de inmigración en la ciudad de Lieja (Bélgica). Años consagrados a la educación de sus hijas, al bienestar de su hogar, a su esposo Gabriel Medina y a la lucha contra la tiranía franquista, por la libertad, la democracia en España.
Encarna pisará por primera vez el suelo de Bélgica en 1958, dejando atrás familia, amigos y su país. Pero también escasez económica, apuros, y pocas oportunidades para el futuro de sus hijas en una sociedad represaliada y dictatorial.
Encarna fue una mujer de mucho valor. Valor, porque para dejar atrás a sus padres, familiares, supo emprender un largo viaje desde Balsareny (Barcelona), viajando sola con sus dos hijas, cogidas de la mano. Le echará mucho coraje y valentía en ese largo viaje hasta llegar a la estación de Liège-Guillemins. Esa mujer, esa madre supo ponerse en ruta para ir al encuentro de su esposo Gabriel, ‘que ya se encontraba en Lieja (Bélgica) y así reagrupar toda la familia.
Encarna no tenía más escuela “que la de la vida”, pero era de una voluntad a toda prueba, las «duras experiencias» que debió enfrentar forjaron un carácter «muy humano y constructivo».
Encarna era una mujer sencilla, que sabía repartir cariño y amistad. Ella consideraba sus amistades al igual que su familia y quienes la conocíamos bien lo podíamos percibir en las relaciones que con ella manteníamos. Su entrega a los demás, su noble corazón y su extrema humanidad hacían de Encarna esa mujer y madre generosa.
Se entregó por completo a la acción social en los locales del Club Federico García Lorca y en la lucha contra la tiranía franquista por las libertades políticas y la democracia en España, porque esas eran sus convicciones ideológicas y políticas. Trabajó arduamente en ese proyecto social junto y con las demás camaradas del club y del Partido Comunista de España.
Encarna era de todos los movimientos. Siempre presente en todas las manifestaciones, ya fuesen en Lieja o en otras ciudades de Bélgica. Era una mujer muy modesta, no quería honores para ella, sino para la causa por la que luchaba. Algo que la caracterizaba era su sencillez y humildad. Supo hacer frente en los tiempos más difíciles, supo mantenerse en pie y no abandonar nunca sus ideas, supo compartir el sufrimiento que las personas cerca de ella sufrían.