En primer lugar me parece honesto confesar que estaba un poco nerviosa ante la idea de conocer a más miembros del colectivo porque hasta ahora mi contacto se había reducido a algunos encuentros con José, Manolo y Mario, y a los cuantiosos correos electrónicos que han sabido superar nuestra distancia física. Además, el hecho de haber traducido algunas de las historias de vida de ciertas personas que podía encontrar en la fiesta me resultaba a la vez emocionante y preocupante porque no quería que se hubieran sentido espiados en cierto modo. He de decir que, cuando traduzco las historias de personas del colectivo, a veces tengo el sentimiento de estar mirando por el ojo de una cerradura la vida de otra persona y por eso ansiaba el encuentro con más miembros del colectivo, para eliminar distancias y sentir la humanidad que no proporciona el ordenador.
Así pues, cuando llamé a la puerta del local donde se iba a celebrar la fiesta, todavía cerrado a esa hora donde empiezan los preparativos, y me abrió la hija de José Merino, Verónica, con su amplia y acogedora sonrisa, supe que nada podía ir mal y que pronto me sentiría como una más.
Y efectivamente, como una más Manolo me puso manos a la obra de pinche en la cocina: preparando jamón, cortando tortillas y, cómo no, probando y reprobando la sangría de sidra hasta conseguir que estuviera en su punto exacto. Y así, casi sin darme cuenta, fui conociendo a otros amigos del colectivo que también estaban ayudando con los preparativos y a aquellos que, poco a poco iban apareciendo y pasaban por la cocina a saludar. Desde el primer momento sentí el cariño de todos aquellos a quienes iba conociendo e intercambiando unas palabras y sin apenas darme cuenta la sala se fue llenando de gente, la sangría estaba ya en su punto, los chorizos a la sidra preparados para comer y comenzó el discurso de Manolo que daba inicio a la velada.
No puedo dejar de mencionar el momento de apuro que Manolo me hizo pasar al darme las gracias públicamente por la traducción del contenido de la página web. Espero que nadie se diera cuenta pero yo sentía como el calor y el color me iba subiendo por las mejillas y no sabía muy bien dónde mirar. En cualquier caso, el final del discurso, en el que por fin se anunció que se había aprobado el presupuesto para el proyecto, marcó el inicio de la charla, el bullicio y la degustación de las tapas. Ese fue el momento también en el que pude acercarme a hablar más detenidamente con otros amigos y empezar a conocernos un poco más. He de pedir disculpas a aquellos con quienes no tuve tiempo de hablar y que me hubiera gustado mucho conocer mejor, aunque estoy segura que habrá más ocasiones. En cualquier caso, me gustaría agradecer a todos el cariño y la acogida que me hicieron sentir una más.
Alicia Alted en su libro La Voz de los vencidos. El exilio republicano de 1939 recoge las palabras que el filósofo Adolfo Sánchez Vázquez escribió en 1977 respecto a la condición del exiliado y que me parecen muy apropiadas para describir el ambiente vivido en la reunión del Colectivo Generación Lorca: Y entonces el exiliado descubre con estupor primero, con dolor después, con cierta ironía más tarde (…), que el tiempo no ha pasado impunemente, y por tanto si vuelve como si no vuelve, jamás dejará de ser un exiliado (Su ser siempre estará escindido, pero esa escisión podrá sentirla) como suma de pérdidas, de desilusiones y desesperanzas, pero también -¿por qué no?- como suma de dos raíces, de dos tierras, de dos esperanzas. Lo decisivo es ser fiel –aquí o allí- a aquello por lo que un día se fue arrojado al exilio. Lo decisivo no es estar –acá o allá- sino cómo se está”.
Efectivamente, el encuentro del pasado viernes refleja a la perfección la idea de cómo está el Colectivo Generación Lorca y de la fidelidad que demuestra a sus valores y principios, a pesar del paso del tiempo y de la evolución personal de sus miembros. La memoria, el no olvidar y la voluntad de recordar por qué las diversas vidas que conforman Generación Lorca han sido diferentes nos hace entender lo coherente de un proyecto como éste y que, a pesar de todo, es importante el cómo se está (en España o en Bélgica), ya que es la manera de seguir siendo uno mismo.
Ana Ponce Nieto
Madrid noviembre del 2013