Era el territorio de los jóvenes, unos pocos metros cuadrados que nos dejaban decorar a nuestra manera. El rincón estaba alicatado con las páginas de la publicación Salut les Copains! Pero lo renovábamos regularmente. Antoine, Silvie, Vartan, Jacques Dutronc y todos sus congéneres de la época desfilaban por turnos en las paredes adyacentes.
Este mueble musical funcionaba así: cualquiera podía traer sus discos de 45 y supongo que un comité de representantes de todas las generaciones elegía los artistas que tendrían el privilegio de ser seleccionados.
Así pues, se escuchaban rumbas, tangos, pasodobles, rock and roll, valses, canciones lentas, música ye-ye, un cantante de flamenco o cualquier cosa.
¿Y quién decidía qué discos se escucharían durante la fiesta? Nada más simple: todos aquellos y aquellas que tuvieran a bien introducir una moneda de 5 francos belgas en la ranura y apretar las teclas de su elección. ¡Ahí va una buena lección de sufragio en las urnas! Buen ejemplo de democracia musical que nos obligaba a bailar al ritmo del gusto que quien pagaba. Así, se corría el riesgo de bailar diez pasodobles seguidos, o diez canciones lentas, diez rock and roll, o bien de cambiar el registro de la melodía cada vez que el disco cambiaba.
Para mí, ha llegado el momento de confesaros una travesura que en aquella época nos privó casi de la totalidad de una noche de fiesta….
Justo volvía yo de pasar las vacaciones en España y aún conservaba algunas pesetas en mi monedero, así pues, se me ocurrió la idea, ve tú a saber por qué, de meter 5 pesetas en la máquina. Después de algunos minutos, ¡avería total! No había nada que hacer, se movió con fuerza la gramola, se revisaron los cables…La gramola (juke-box)seguía más callada que un muerto. Uno de los padres tuvo la idea de abrir la máquina para intentar repararla. La reparación duró mucho tiempo hasta que escuchamos un grito furioso: “Ya lo tengooooo, es por culpa de ese mal nacido de Francooooo. (cuya cara estaba en las monedas de 5 pesetas). ¡¡Cagüendiez!! ¿Quién ha sidoooo?” (1) Comprendereis que no dijera absolutamente nada y que “conservase” mi aire de mosquita muerta para la ocasión... Tenía demasiado miedo a recibir una bronca colectiva y a tirar por la borda mi reputación de “hija responsable del camarada Muñoz”. Se me quitaron las ganas de jugar con las pesetas en el club ipso facto y para siempre. Cuarenta años después os ruego que tengáis a bien aceptar mis más sinceras disculpas por haberos arruinado una buena parte de aquella fiesta. Mea culpa. Espero que todos los bailarines, padres y amigos me perdonen (Si no me equivoco, me atrevería a decir que el delito ya ha prescrito).
Georgina Muñoz Gil
Febrero 2010l
(1) Ça y est, je l’ai, c’est à cause de ce foutu Franco.Nom d’un chien. Qui c’est qui a fait ça ?
La gramola (juke-box) del García Lorca
En 1950 una empresa americana fabricó un aparato capaz de leer los discos de vinilo a 45 revoluciones por minuto: la gramola (juke-box), cuya popularidad duró unos veinte años. El Club F. García Lorca tenía un ejemplar que hacía las delicias tanto de nuestros padres como de los chicos de nuestra generación.
Parece difícil creer que nuestros bailes dependieran exclusivamente de ese aparato por aquella época. La gramola del club de la calle Saint Léonard destacaba al fondo de la segunda sala a la derecha.
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